No obstante, si miramos lo que ocurrió en ediciones pasadas, la realidad se parece más a otra cosa. Según estudios recientemente publicados, las Olimpiadas de Barcelona 1992 supusieron pérdidas generales de hasta 1.000 millones de € y el Mundial de España de 1982, de hasta 200 millones de €. En el caso de la capital catalana, se aceleró la catalización y expansión de dinámicas globales que ya asomaban a partir del modelo Barcelona: la turistificación de las áreas centrales y del litoral de la ciudad, el aumento de la securitización del espacio
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