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Una mañana en el Hospital del Juguete de Madrid antes del cierre: milagros, resurrecciones y mucho trabajo

Mar llega al Hospital del Juguete con tres tesoros de su infancia. “Le traigo unas muñecas a ver si las resucita. Eran de mi madre, que las guardaba como oro en paño”. Se la nota preocupada: sabe que este lugar está a punto de cerrar sus puertas y, cuando lo haga, quizá nadie podrá reparar estas reliquias de su niñez. Antonio Martínez Rivas la atiende con la cabeza a mil cosas pero sin bajar el ritmo, y eso que a sus 70 años podría haberse retirado hace ya un tiempo. Los encargos se acumulan y las llamadas al fijo resuenan sin que ya se plantee

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