"En el colegio me dicen que están saturados y que yo tengo que pagarle de mi bolsillo un profesor", denuncia Beatriz. El hijo de Beatriz tiene una enfermedad rara. Tan rara que ni siquiera tiene nombre, no está diagnosticada. A causa de esta enfermedad el pequeño -que hoy tiene cerca de 3 años- padece microcefalia severa, retraso en el desarrollo evolutivo, no habla, no sabe controlar los esfínteres, necesita ciertos apoyos que la administración debe darle. Y ese es el problema, que no se los da.
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