Seguramente no hay momento más desagradable en la vida de los partidos que la construcción de las listas a las elecciones. Es el momento de las navajas, de la cal viva, de la venganza que se sirve fría, de los equilibrios que se ajustan por el eslabón más débil y de la difícil supervivencia de los más amables. Los escaños son siempre, por definición, escasos, y siempre hay más demanda que oferta.
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