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La tensión entre enfermedad y política penitenciaria no plantea, ni mucho menos, un dilema novedoso. No hace falta recurrir a la insalubridad de las cárceles franquistas para recuperar algunas historias estremecedoras de enfermería y talego, presos condenados a una muerte de perro en la celda más aislada de la cárcel más recóndita. Ahora recuerdo a Joseba Asensio, Kirruli, que murió el 8 de junio de 1986 en su chabolo de Herrera de la Mancha con una infección de tuberculosis en los pulmones. Tenía veintisiete años. Dos días después...
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etiquetas: zaplana , cárcel , enfermedad , presos