Hemos de suponer que lo de Soraya Sáenz de Santamaría es un alivio, una forma de hablar. Puede que sea también un insulto a todos aquellos millones de ciudadanos que han tenido y tendrán una puta vida. Hay que ver como nos la cogemos para colocar la palabra "presunto" delante de todos aquellos que cobran en negro y qué facilidad para llamar ladrón a un rumano que llevaba un sobre de jamón entre sus ropas. Una vida puta que empieza en la cola del INEM y termina, quién sabe, entre latas de sardinas, sopas de sobre y paquetes de arroz.
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