"Si no me dejan la casa me tendrán que dar el terreno", aseveraban a las puertas del juzgado José María, con severos problemas de movilidad por un ictus sufrido hace seis años. Su caso es de una "crueldad absoluta" cree su abogado, pues a su delicadísimo estado de salud suma el hecho de que José María no cuenta con familia cercana y es su cuidadora Irene al que se encarga de su atención, que necesita las 24 horas del día. Apenas puede moverse, solo para salir de la cama al sillón o a la silla de ruedas y no oye ni ve bien.
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