Cómo se atreve el Gobierno a relativizar algo tan sagrado como la unidad de España derogando el delito de sedición? ¿Cómo osa el Ejecutivo legislar y casi despenalizar los delitos infernales de Carles Puigdemont y su entonces Govern? ¿Cómo se le ocurre a Pedro Sánchez reformar el Código Penal aunque lo haya avalado una amplia mayoría parlamentaria? Gracias a una labor exquisita de la en absoluto idílica transición, existen jueces que consideran que su papel va mucho más allá que el de aplicar leyes.
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