La brutalidad talibán alcanza un nuevo nivel de barbarie. Un joven de nombre Ahmad que vivía en la provincia afgana de Ghor fue acusado de eliminar a un líder talibán. En diciembre, lo sacaron de su casa y le arrancaron los ojos en señal de venganza. Con el joven aún gritando de dolor, le arrancaron la piel del pecho dejándole el corazón al aire y posteriormente lo arrojaron por un precipio de diez pisos de altura. Este mismo mes, a otro joven le cortaron la nariz y las orejas tras acusarle de espionaje.
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