Las ejecuciones de cuatro personas en Irán han conseguido infundir el miedo en la sociedad iraní, logrando calmar la ola de protestas que estalló en septiembre del año pasado. Gracias a ello, el Gobierno iraní ha podido desviar su atención a nuevos objetivos de su agenda, entre los que destaca ampliar su influencia en diversas regiones geoestratégicas. Una de las más importantes es la del Magreb, donde Teherán pretende hacerse fuerte a través de su apoyo al Frente Polisario y el despliegue de fuerzas de la Guardia Revolucionaria en Mauritania.
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