El problema nace cuando uno le incorpora demasiadas restricciones a una ecuación hasta hacerla irresoluble, y el presidente, como doctor en economía, debe saber mucho de ello. Porque exigir un gobierno en solitario, sin tener mayoría absoluta y sin aliados que se fíen de uno, es una quimera y, aunque se duerma poco, no se puede seguir soñando.
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