La escalada de precios del gas ha desatado una reacción en cadena violenta que terminará golpeando con más o menos fuerza a la industria de la alimentación. Una de sus vertientes está provocando una preocupante escasez de CO2 en Reino Unido, un componente para muchos procesos en el sector. El mayor proveedor de dióxido de carbono de Japón advierte que el problema se va a replicar en el resto de Europa.
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