Los esfuerzos de Occidente para que Rusia no obtenga del petróleo más ingresos para financiar su guerra en Ucrania se han estado topando con un obstáculo inesperado: el todopoderoso sector naviero de Grecia (el país es el mayor armador del mundo por tonelaje de peso muerto o capacidad de carga sin riesgo de una embarcación). Atraídos por la posibilidad de pingües beneficios después de que los mercados energéticos convulsionaran al iniciarse la guerra en Ucrania, algunas navieras helenas dejaron atrás los miedos reputacionales.
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