El primer día de trabajo todo parecía que iba bien pero la situación cambió cuando por la tarde conoció al jefe en persona. "Nada más verme, ni me saludó, y me dijo: '¿Has trabajado con el trapo ese en la cabeza? Es que aquí con eso rompes toda la estética del restaurante y aquí tenemos que ir todos igual, con el pelito suelto. Si quieres trabajar aquí te lo tienes que quitar”, relata la joven sobre su experiencia en un restaurante de Vitoria.
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