El cabecilla de la presunta estafa de los ataúdes comenzó con una pequeña funeraria en Torrelobatón, trasladando a muertos de accidentes de carretera. Su negocio era tan próspero que reinvertía en bloques enteros de edificios en Valladolid, polígonos industriales y solares de poblaciones en expansión. Está en prisión sin fianza acusado de estafa continuada, pertenencia a organización criminal, fraude a la hacienda pública y blanqueo de capitales.
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