El fascismo necesita una reafirmación identitaria: cultural, sexual, nacional, religiosa, etc. Reacciona y se fortalece cuando un grupo percibe que su identidad está en peligro, porque la legitimidad de vivir conforme a ella es cuestionada. Esa identidad siempre es exclusiva, y se construye delimitando el lugar donde está el otro, dotando al grupo de un sentido de pertenencia. A un grupo sí se le puede oponer otro grupo: física, territorialmente; pero es un absurdo pensar que en política, una identidad se opone a otra identidad.
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