Es domingo por la mañana. Parece que la primavera ya se abre paso tras el largo invierno y la ciudad comienza a hervir. Desde las 8 de la mañana cientos de comerciantes preparan sus puestos ambulantes en Ribera de Curtidores. Es día de Rastro y aprovechando el buen tiempo, madrileños y turistas se entremezclan para recorrer las calles de La Latina. Las grandes ciudades se han configurado en base al comercio y al tráfico, dejando apenas espacios para la convivencia social. Pero aún resisten pequeñas aldeas, camufladas en medio de la ciudad.
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