Estos casos de claro acoso organizado no sólo perjudican a los niños contra quienes se dirigen y a quienes destrozan sus vidas y las de sus familias, sino que también nos perjudican a todos como sociedad. Destruyen los principios y valores que contribuyen a construir una sociedad justa y solidaria. La única que pueda garantizar un mínimo de felicidad para todos.
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