Calzar el testimonio en el esquema de defensa o acusación —o al menos minimizar el daño que pueda hacer a cada tesis— es muchas veces complicado. Cada uno tiene un truco particular para hacer aflorar la contradicción. Modulan la voz, repiten el mismo planteamiento calcado con distintos declarantes para crear dramatismo, ametrallan con preguntas cortas y rápidas, gesticulan... Y a veces, a veces, no hacen nada de eso y las preguntas que lanzan rozan el surrealismo.
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