En nuestro tiempo, la guerra privatiza los ingresos, socializa los gastos y democratiza el horror. Cualquier choque de fuerzas castrenses produce flujos de caja para estas corporaciones: gastos en dotación, movilización, equipamiento; financiados todos ellos con recursos públicos, convirtiendo a la firma del contrato con el Estado en su operación más rentable. La tinta aún húmeda va generando valorizaciones, incrementos en sus perspectivas a corto y largo plazo, pero sobre todo futuras plusvalías del capital...
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