A la naturaleza es imposible combatirla, al menos de momento. No existe un método eficaz para evitar que se produzcan terremotos, tsunamis... ni huracanes. Cuando el huracán Dorian irrumpió en la costa este de EE UU entre agosto y septiembre de este año, ya se preveía que habría pérdidas inmensas, tanto económicas como humanas e incluso del ganado. Y ha sido este último el que ha protagonizado una historia sumamente peculiar, a la par que inesperada.
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