El derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh en 2013 provocó una catarsis en el sector. Pero tras un ímpetu inicial con drásticas reformas, hoy menos de un 10% de las 3.500 fábricas exportadoras tienen sindicatos, las demandas de aumentos salariales parecen olvidadas y los planes para hacer más segura a la industria avanzan con retraso y falta de financiación.
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