El final de ETA, con entrega y destrucción de armas incluida, no va a ser nada sencillo. A diferencia de lo ocurrido en otros procesos similares, esta vez no alcanzará con la voluntad de desarmarse por parte de una organización armada. El gobierno del PP –con la colaboración, al menos de momento, de su par francés- pretende impedir que ese grupo, acompañado por representantes de la sociedad civil, escenifique el paso tantas veces reclamado, incluso por los propios políticos que hoy ocupan responsabilidades en Madrid y París.
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