Las imágenes de las aves cubiertas por la pasta negra del vertido -conocida como chapapote- y las de miles de voluntarios enfundados en monos blancos luchando contra la marea negra en las playas gallegas quedarían grabadas a fuego en la memoria de muchos españoles. La rabia por la gestión política unió a miles de personas bajo una bandera gallega manchada de negro como símbolo y un solo grito de protesta que recorrió el país: Nunca máis.
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