El escándalo nació en Alemania y se ramifica por el centro de la Unión Europea desde diciembre. Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras, habría participado en miles de devoluciones “en caliente” de migrantes, y la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (Olaf) —que tiene encomendada la misión de investigar las faltas graves en las instituciones europeas— está sobre la pista de una práctica ilegal y en contra de los derechos humanos.
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