La Navidad está siendo agónica para los cerca de 40.000 empleados de Distribuidora Internacional de Alimentación (DIA). El futuro de la compañía está en juego, pendiente de la concesión de liquidez por parte de la banca para llegar a fin de año y del inquietante movimiento de LetterOne, el principal accionista de la cadena. Un grupo inversor controlado por Mikhail Fridman, un magnate de origen ucraniano al que la policía española definió como "El Gran Jefe" de "una organización criminal" que ya intentó comerse una compañía con base en Madrid.
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