Una tarde de sábado he recibido un mensaje de WhatsApp con el pésame por mi derrota en el Tribunal Supremo. Me he quedado colapsado. Quebrado por completo porque no tenía ni tengo confirmación oficial de dicha resolución, lo que supone un nuevo padecimiento a añadir a la lista. Hace más de tres años me expulsaron y hace más de cuatro comencé a ser arrestado, casi cinco meses. Que me llegue un WhatsApp lamentando la pérdida de mi trabajo para siempre y que ello se haya filtrado en un medio digital me resulta penoso y humillante.
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