Rajoy piensa que Trillo no tiene por qué dejar la política, ni la embajada, ni nada de nada. Faltaría más. Asombrarse de que el presidente del Gobierno defienda impertérrito a Federico Trillo y que se niegue a relevarle como embajador de España en Londres es casi ridículo. ¿Acaso alguien podría esperar otra cosa?
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