Andrew Hoolan de 36 años, sufría esquizofrenia. Durante uno de sus ataques, los agentes de la prisión lo ataron a una silla. Cuando lo soltaron, falleció en el suelo a los pocos minutos debido a una embolia pulmonar. Lo que no dijeron los agentes fue que Andrew estuvo atado e inmovilizado en la silla durante 46 horas, lo que le provocó un trombo en una pierna que finamente le llegó al pulmón y lo mató.
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