“Te decía firma aquí, sin saber lo que firmabas y si le preguntabas para qué, te decía que debías obedecer a la priora, me vi presionada”, señala. “Para votar, te daba el sobre con la papeleta y si no, no votabas. Escuchaba las llamadas de teléfono, y en la confesión, me decía aquello de lo que debía confesarme”, afirma la ex religiosa.
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