Que las redes sociales se hayan convertido en un estercolero ya no es ninguna novedad. El problema es que a fuerza de repetirlo nos hemos acostumbrado a ello: casi lo hemos aceptado, aunque con resignación. Sin embargo, no puede ser considerado normal que el discurso del odio, el racismo, la xenofobia, los insultos machistas y un largo etcétera llenen Twitter o Facebook. El silencio cómplice de una gran parte de los usuarios –y de la sociedad, al fin y al cabo– conlleva la normalización de estos discursos. [Por Steven Forti]
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