El vicepresidente Dalmau, menudo lío ha organizado por cierto con lo del derecho de tanteo y tal y tal, ejerce plena legalidad a la hora de repercutir esos diez eurillos que se gastó en el taxi, pero queda muy feo, digamos que no era necesario pasar una cantidad tan ridícula que ahora mismo evidencia un tono gurrumino que provoca nuestro cachondeo. Cierto es que venimos de unos tiempos de latrocinio repugnante, rampante, y que buena parte de esos ladrones de la política andan de juicios o en la trena. Pero en esta vida un caballero paga...
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