El acuerdo dota a Washington de una base de operaciones en una zona en la que ha crecido la tensión con China, y le otorga acceso a varios puertos y aeropuertos en los que podrán embarcar y desembarcar sus tropas. A cambio de que EE.UU. mejore esas infraestructuras, sus tropas podrán moverse por el territorio de Papúa Nueva Guinea y sus aguas territoriales prácticamente sin limitaciones. Su personal desplegado sólo podrá ser investigado y juzgado por la justicia estadounidense excepto para delitos fuera de los actos de servicio de los militares
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