Desde que asumió las riendas del poder, en 2015, la gestión del primer ministro conservador, Lars Lokke Rasmussen, no ha hecho precisamente gala de la tradicional e histórica docilidad al migrante. Su gabinete ha endurecido nada menos que en 67 ocasiones la normativa sobre migración, según admite la website del Ministerio de Integración. Ha sido su réplica a la crisis de refugiados procedentes de conflictos como el de Siria o Irak, que generaron movimientos de personas también desde Irak o territorios con población kurda.
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