El pasado 5 de agosto, la dirección de El Correo Gallego (ECG) me despidió de forma fulminante por opinar y ejercer mi derecho a la libertad de expresión, recogido en el artículo 20 de la Constitución Española. Como periodista que soy, me voy a limitar a explicar los hechos acaecidos los últimos meses (que cada uno saque sus propias conclusiones), y que han llevado a la rescisión de mi contrato. Creo que estos hechos deben ser de conocimiento público, más todavía cuando esta vulneración de un derecho fundamental la lleva a cabo un medio de...
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