Con su política de hijo único, China pretendía recortar drásticamente la población nacional para fortalecer el crecimiento económico. Esto condujo a esterilizaciones y abortos forzados, infanticidios y sufrimiento marital. Al cabo de más de 30 años, el Comité Central del Partido Comunista chino anunció el 29 de octubre que pondría fin a la legislación, sin duda una de las más impopulares del país.
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