Que la orgía de compras tecnológicas que desató la pandemia de coronavirus hace tiempo que llegó a su fin es algo evidente desde hace meses. La incertidumbre económica y esa gota china llamada inflación han ido golpeando el bolsillo del común de los mortales. La proclama doméstica es la de recortar gastos y eso afecta a la demanda de productos como la electrónica de consumo. El resultado es que los almacenes están más llenos de lo deseado y, por tanto, la preocupación inmediata es dar salida a ese stock antes de que acumulen todavía más polvo.
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