Si vives cerca de las vías del tren y estos pasan cada mañana a la misma hora, es muy probable que ni siquiera escuches el ruido, que para otros oídos poco acostumbrados pueden resultar perturbadores. Lo mismo ocurre si entras, por ejemplo, a una tienda de café: por más agradable que sea el aroma del café recién molido, cuánto más tiempo pases allí, ese perfume tan particular se irá desvaneciendo hasta volverse imperceptible para tu olfato.
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