Gracias a la presión de la solidaridad, combinada con mi advertencia de ponerme en huelga de hambre si continuaban sin respetar los escasos derechos que tengo como recluso, hace días me trasladaron a un módulo grande donde ya tengo las horas de patio que me corresponden, puedo hacer más deporte y tener más contacto con otros presos. Tras 140 días pudiendo salir a un patio minúsculo menos horas que si estuviera en aislamiento y sin apenas compañía, este cambio pone fin a esa doble condena y permite que la campaña se centre en otras ...
|
etiquetas: pablo hasél , artículo , opinión , prisión , solidaridad