En la mañana del 16 de marzo, Carolina Cors encontró a su hija Catalina sin vida. La joven estaba junto a una nota en la que pedía perdón por no haber podido resistir “tanto dolor”. Días después del trágico acontecimiento, sus familiares decidieron denunciar públicamente que Catalina había sido víctima de episodios de abuso y maltrato en su etapa de internado como alumna de la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad de Los Andes, una prestigiosa casa de estudios privada chilena y ligada al Opus Dei.
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