Estaba claro que los cinco hombres iban a llamar la atención. En el aislado pueblo de surfistas de Ahipara, sus torpes intentos por hacer funcionar una lancha de nueve metros hecha una piltrafa mecánica eran una pista demasiado obvia. Por no hablar de las grandes sumas de dinero que ofrecían a todo el que quisiera ayudarlos.
|
etiquetas: fabricación , drogas caseras , nueva zelanda