En 1988, un científico militar de Taiwán envió a su esposa de vacaciones a Disneyland y luego desertó a EE.UU., poniendo así fin a los planes de la isla para desarrollar armas nucleares. Casi 30 años después, muchos en su país todavía lo consideran un traidor, pero él no tiene remordimientos. "Si pudiera hacerlo de nuevo, lo haría", dice calmadamente el desafiante anciano de 73 años, desde su casa en el estado de Idaho.
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