Lo mismo que le había ocurrido a su padre, dijeron los hermanos al instante con una mueca evidente de angustia: su padre murió de un infarto en cuanto pasó el calvario al que lo sometieron en la Diputación de Córdoba por no plegarse, como funcionario que era, a los chanchullos de los gobernantes. “A nuestro padre no lo arrinconaron por su ideología, sino porque a unos políticos recién llegados e irresponsables les resultaba molesto que un funcionario profesional cumpliera con su obligación y les entorpeciera sus tejemanejes con sus informes.
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