“Hazme el amor”, me dijo. Y me levanté a preparar el café, bien colmado y apelmazado en la moka, y a untarle la mantequilla con delicadeza, sin destrozar el pan, apurando las esquinas de la rebanada. En el desayuno hay más amor que en el coito. Follar es un ejercicio pasajero. El resto, una guía para turistas futuros. Satisfyer es buen nombre para una tostadora. De mis convivencias rotas recuerdo, sobre todo, el olor del pan quemado y el tintineo de la lluvia. La de dentro y la de fuera. Y un consejo: siempre escampa
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