Aguirre cerraba los ojos mientras su querido Nacho aparecía cada dos semanas con un reloj más caro que el anterior, o se hacía un lío con bolsas llenas de toallas en Colombia, o pagaba en metálico 8.000 euros para viajar a Suráfrica o compraba un ático a un testaferro profesional. Ay, Esperanza, ¿de verdad que no viste nada? Pero si así fuese, la pregunta sería otra: ¿cómo puede seguir en política una persona ante cuyas narices pasan áticos, relojes, bolsas con toallas, fajos de billetes y gestapillos, sí, también gestapillos, y no se entera...
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