«Había claros signos de tortura», dijo. «Las historias que nos contaron son terribles». [...] Los rusos les quitaron las botas, las llenaron de agua y se las volvieron a poner. Luego obligaron a los prisioneros a tumbarse boca abajo en el campo, con un frío glacial. «Estuvimos tumbados así durante tres o cuatro noches, bajo la lluvia, cada vez más fríos», cuenta Nikita. [...] Los proyectiles llovían alrededor de la aldea, y durante las pausas del bombardeo los soldados rusos saqueaban las casas.
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