Se paró sola,a unos 30 metros de una fila de agentes que la miraban del otro lado de la calle.Tras dar unos pasos,se acostó levantando los pies y haciendo poses de ballet.Luego se sentó con las piernas y los brazos extendidos.“Todos parecían sorprendidos y un poco asombrados”.Los oficiales le dispararon bolas de pimienta a sus pies,pero no llegaron a alcanzarla.Un manifestante corrió delante de ella para protegerla con un escudo casero,pero ella no quiso. Pasaron diez minutos y los agentes se marcharon.Con ellos, se fue también la extraña mujer
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