La prostitución es legal en Países Bajos desde el año 2000, pero a las trabajadoras del sexo, que pagan impuestos y deben registrarse en la cámara de comercio como autónomas, nadie les vende una casa. Los bancos tampoco expiden tarjetas de crédito a su nombre para usos profesionales, solo de carácter personal, por tratarse de una labor de riesgo y estigmatizada. Casi dos décadas después, la norma no se aplica adecuadamente, de ahí que My Red Light (Mi luz roja), el primer burdel gestionado por las prostitutas.
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