El anuncio del Gobierno portugués de que prevé cerrar el próximo año más de 300 escuelas en diferentes puntos del país, cuyos alumnos serán redirigidos a otros colegios, ha reavivado los roces del Ejecutivo con el sector.La reorganización del mapa educativo portugués formaba parte de la lista de ajustes aplicados por el Ejecutivo a instancias de la UE y el Fondo Monetario Internacional como contrapartida por su rescate financiero.
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