Azúa podría haber elegido algún detalle que le pareciera rechazable de la gestión de la alcaldesa de Barcelona para sus críticas más duras, pero prefirió apostar por el aspecto de la víctima –el que él cree que tiene– y el hecho de que no pertenece a la élite política y cultural que se merece gobernar la ciudad(..) Al final, sólo te queda la bilis y los fracasados la generan en cantidades industriales.
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